Una fe manifiesta
Dos mil años después de que El Maestro caminó sobre esta tierra, nos encontramos una sociedad donde sus diferentes sectores: político, social, económico y civil muestran un alto grado de discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se predica y lo que se vive, además de una doble moral abrumadora.
Como sociedad estamos en contra de los sobornos pero sobornamos, luchamos a favor de la mujer al mismo tiempo que promovemos su denigración a través de canciones y aún más allá, hay quienes invierten sus fuerzas por cuidar la vida de los animales cuando al mismo tiempo están dispuestos a acabar con la vida de los humanos no natos, la lista se extiende.
Dios en Santiago 2:14-26 nos habla de la comunión que debe haber entre lo que profesamos y lo que hacemos.
Las obras son el sello que certifican nuestra Fe como viva. En el momento en que nuestras acciones coinciden con lo que profesamos nuestras palabras toman fuerza e impactan a los demás.
Como hijos de Dios debemos anhelar que nuestra Fe crezca y manifieste que le servimos a un Dios verdadero y capaz de transformar al ser humano de manera que pueda vencer esa naturaleza que le impulsa a vivir contrario a lo que sabe está bien (Romanos 7: 7-25).
Jesús expresa que nuestros frutos dirán qué tipo de árbol somos (Mateo 7:18-20).
Pidamos al Señor que la semilla de Fe que una vez fue plantada en nuestros corazones, se convierta en un árbol que más allá de estar lleno de hojas (apariencia) esté lleno del fruto de Dios (Gálatas 5:22-23) de modo que podamos alimentar a una sociedad moribunda e incapaz de sostenerse por sí sola. ¡Manifestemos nuestra Fe!
Por: Sietze Attema
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