En punto



Si el mundo en el que vivimos está cada vez peor, claramente no es por los sistemas políticos, el mal uso de la ciencia, los movimientos rebeldes de izquierda, derecha o centralistas, nada de esto podría considerarse la raíz del problema que enfrentamos, sino el corazón humano, su egocentrismo, ambición y deseo de poder para auto-servirse, en resumen, un corazón lejos de Dios.

Cuando el espíritu de Dios no está presente en nuestras vidas, es lo que ocurre, se manifiesta el caos, a veces como jóvenes hacemos un sin número de cosas para sentirnos aceptados o bienvenidos dentro de tal o cual grupo, pero Dios no nos llamó a eso, sino más bien, a ir en contra de la corriente de este mundo, estableciendo su reino de amor y justicia, proclamando la verdad de Cristo, haciendo obras de fe que exalten su glorioso nombre.

Hoy las tendencias artísticas, el exceso de información chatarra en las redes sociales y otros medios de comunicación, nos están robando con tanta sutileza el espacio de poder intimar con nuestro Padre Celestial y buscar su perfecta voluntad, su revelación fresca y el Poder para manifestar su Gloria.

 Mateo 5:13: ''Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada (pisoteada) por los hombres.''

En este pasaje de Mateo 5:13 se muestra claramente que para que haya sentido en esta tierra se necesita sabor y ese sabor es la sal que proporciona el Espíritu de Dios morando en nosotros. Debemos preguntarnos: ¿Estoy siendo sal donde me encuentro o estoy perdiendo mi sabor con las ofertas de este mundo pasajero?

 Es tiempo de que auditemos nuestras vidas, pues, lo que hacemos en el presente afectará en gran manera el futuro que nos espera. Si queremos ver un avivamiento sobrenatural del Poder y la Gloria de Dios en nuestras vidas y nación, debemos volvernos a Dios por medio de la oración ferviente, el ayuno, el estudio y meditación de su poderosa Palabra y sobre todo una vida apartada para Él.

Si no podemos comprometernos con esto, entonces nuestro sabor como sal empezara a desvanecerse y si la sal pierde su sabor, no sirve para nada más, sino para ser pisoteada por los hombres. No perdamos nuestro sabor, el mundo nos necesita y Dios cuenta con nosotros, unidos al espíritu de Dios podremos poner las cosas “en punto”.

Por: Brainer Nuñez.



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