Un corazón limpio
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmo 51:10)
Con lo que nos han hecho creer, parecería contraproducente que quien escribió este verso lo hizo luego de pecar contra Dios, acarreando así grandes consecuencias para su familia y el pueblo que lideraba, sin embargo, lo que llama a la atención aquí es: (1) el arrepentimiento sincero por su iniquidad y (2) el reconocimiento de que sólo el Espíritu de Dios en él era capaz de forjar un corazón conforme al de Dios, como lo hizo.
Es cierto que la tentación y el pecado son muy reales, que cuando cedemos dejan las consecuencias y que con nuestras fuerzas no podemos contrarrestarlos son aspectos ciertos, pero más verídico es, aún, que hay una entidad omnipotente llamada Espíritu Santo de Dios que está esperando a que remuevas el polvo acumulado en el asiento destinado para Él en tu corazón, te arrepientas de tu maldad y te dispongas a permitirle sólo a Él obrar mientras te guía hasta alcanzar la meta en la carrera por la santidad. No estás solo/a en esto, la mejor compañía está más cerca de lo que crees, sólo debes perseverar en la intimidad con Él y notarás la diferencia.
Recuerda, Su Palabra es nuestro alimento. Dale un vistazo a la plegaria del salmista en el capítulo completo citado anteriormente y verás que pronunciarla te servirá de mucha ayuda en esos momentos. ¡Dios te bendiga!
Por: Frency Castro
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