Necesitamos un refugio

"¡Quédate en casa!" Esta es la exclamación que se escucha en todos lados. Es que realmente las cuatro paredes que protegen nuestro hogar son el escondite más seguro ante una epidemia que se ha adueñado del mundo sin pedir permiso. Un inesperado virus altamente contagioso se infiltró entre las personas, causando muertes y pánico, aún en las naciones más poderosas del mundo. E interrumpiendo la agenda del planeta, porque todos hemos tenido que cumplir con la obligación de permanecer en nuestras viviendas, para evitar ser contagiados, justo tres meses después de iniciar el año 2020, un año cargado de trabajo para algunos, sueños y altas expectativas para otros.

La verdad es que como humanos somos vulnerables y frágiles, aunque a veces caminamos por el mundo pensando que podemos acapararlo o resolverlo todo. Somos seres indefensos, pequeños y mortales, que nos aferramos a la vida, pero ignoramos que esta es como una neblina que se esfuma rápidamente. Y no sólo somos débiles en cuanto a lo material o lo físico, somos aún más limitados e incompetentes con respecto a lo espiritual, ya que el pecado nos dañó, nos apartó de nuestro creador y quedamos realmente indefensos.

Así que ¿Quién los protege de las enfermedades del alma? ¿Quién nos puede librar del virus del pecado que nos ha enfermado a todos o del castigo de un Dios justo? ¿Puede nuestra propia sabiduría ayudarnos a escapar? Permíteme ser bruscamente sincero, pero no creo que haya cuarentena que nos ayude, el único que puede salvarnos es Jesús. Ante todas las adversidades del mundo Dios nos está llamando a escondernos en él, pero más interesante aún, a guiar a otros hacia él.

Me hace recordar aquella típica historia que nos contaban en la escuela dominical cuando éramos niños, acerca de un hombre que Dios lo llamó a construir un refugio porque se acercaba un diluvio tan fuerte y constante que destruiría al mundo. Este obediente anciano decidió invertir muchos años en la construcción de aquel barco, y mientras lo construía aprovechó el tiempo para anunciarles a las personas lo que el Señor le había mostrado que venía. Es que no sólo se trata de construir nuestra casa en Jesús, teniendo una vida devocional sólida y edificantes lecturas bíblicas matutinas, se trata también de levantar la voz para brindar protección a los que están sin hogar y sin salvación. Y Aunque algunos estén tan distraídos que no nos presten atención y otros nos llamen locos, tarde o temprano descubrirán que tenemos la verdad.

Nuestro querido amigo Noé encontró un refugio y resguardó a toda su familia del mal, vino la tempestad, soplaron los vientos de pánico y se oyeron los gritos de dolor en todo el mundo, pero ellos no perecieron. Es tiempo pensar dónde está construida nuestra casa, si es en la roca o en la arena. Porque llegarán momentos como estos donde sople la brisa de la desesperación y la impotencia, donde el virus del mal cruce por nuestra morada, pero estoy seguro que nuestro escondite nunca se caerá, porque está fundado en la roca eterna que es Cristo. Así que no tengas temor, sólo corre porque aquí hay espacio para todos.

Por Moisés Mota Hernández.

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